08 noviembre 2010

"El final" con Eguiguren.

Hay quién opina que no debe haber perdedores. Hay quién cree que el totalitarismo de ETA es una lucha identitaria. Hay quién opina que la democracia y el Estado de Derecho tiene que negociar con los asesinos que quieren destrozarla. Hay quién intenta engañar con frases- trampa como "aquí no sobra nadie", "todas las ideas son legítimas" o "el camino para la paz es el diálogo sin condiciones" o "Batasuna está ganando la batalla a ETA". Nada peor intencionado que estos mantras repetidos por los loros del apoltronamiento.

Estoy convencida de que aquel que pide "comprensión", "diálogo" y en definitiva un "fin dialogado", lo que pretende es salvar el objetivo último de los terroristas bien porque lo comparte, bien porque también recibe una contrapartida. En cualquiera de los dos casos, es una actitud indecente.

No cabe negociación alguna o diálogos-trampa porque el ataque del totalitarismo de ETA a nuestra democracia invalida cualquier contacto ya que lo convierte de inmediato en extorsión. Solo sería aceptable un diálogo en igualdad de condiciones, es decir, después de la rendición de ETA tras entregar las armas y entregarse los terroristas a la aplicación del Estado de Derecho. Una vez desmantelada ETA, se puede hablar, pero me temo que entonces los etarras ya no estarían interesados, porque su diálogo se basa en el chantaje y para ello necesitan seguir apuntando por debajo de la mesa.

- Sr. Egu
iguren, sepa usted que debe triunfar la libertad frente al terror, y porque a usted le saluden por
la calle los etarras, porque tome café con la sinsorga abogada, porque los de ETA puedan llamarle "Txusito" en plan compadreo, porque se entienda usted mejor con Ternera que con Basagoiti, no le chantajearán menos. La única diferencia es que usted cederá mas. "Hágaselo mirar", porque nada bueno dice de usted y solo puedo situarle en el lado de los de la "actitud indecente".-

Con Eguigúren todos perdemos, ganan los nazis de ETA.

Los terroristas deben ser derrotados, deben ser los perdedores. Y España, la democracia y las víctimas de esas ratas deben ser los ganadores para honrar la memoria de los asesinados y dignificar a España.

No cabe otro fin.